viernes, 20 de abril de 2012

CAPÍTULO NÚMERO 43.

Ma meilleur amie
[Narra Isabella]

Para mi Natalia.

-¿Dónde está Luciana?- dije desesperada.
-¿Qué pasa?
-Yo pregunté primero.
-No sé.
-Nick, necesito encontrar a Luciana, hoy es nuestro día.
-¿Quieres arreglar las cosas?
-¿No es obvio?- le dije de forma irónica.
-Te puedo ayudar a buscarla, iré al Central Park.
-No, no mi amor, no creo que esté ahí, sé donde buscarla.
-¿Quisieras que te compañe?- tomé mi bolso y las llaves de mi carro abrí la puerta, Nick seguía en mi cama esperando una respuesta, me voltié para hablar.
-No, es algo que tengo que resolver yo.
Porque yo sabía donde estaba, yo la conocía tanto como a mi, y por tontos errores del pasado no iba a perder a mi única y mejor amiga, por que a pesar de todas las veces que yo también me he equivocado, nunca se ha ido. Cuando todas se fueron, ella siempre se quedó. Si no olvidáramos cada error que hemos hecho antes, nunca podríamos continuar adelante, y no esta amistad nunca la dejaría perder.
Este camino, más que mío, más que suyo, era nuestro. Vi a lo lejos de la Pradera su auto estacionado. Aceleré hasta él, voltié a ver ese pequeño bosque con su pequeño lago, un terreno plano en el centro, árboles frondosos a la derecha y un lago repleto de saetas de agua a la izquierda.
Sonreí cuando a mi mente vino la imagen de dos pequeñas con el cabello rizado, una con su gran perro Balto, la más alta, unos ojos que hablaban por ella, dientes perfectos, y por otro lado la pequeña de coletas y pantalones rasgados riendo encima de el canino, tan grande con un pony, un pequeño caballito.
-Hola Zaratena- me carcajeé al recordar el apodo más ridículo que se le pudo ocurrir cuando la llamé Martina.
-¿Sentiste lo mismo que yo al entrar a la guarida?
-Estoy segura que si- respondió mirando al suelo, sus mejillas llenas de lágrimas secas, porque, quizás, si yo sufrí esas semanas, ella sufrió el doble.
-Isabella, te pido de todo corazón por favor me- la interrumpí.
-Te perdonaré.
-Me siento tan sucia- se sentó en el pasto.
-Deja de sentirte así, no es un gran caso princesa, fue más un roce de labios- me miró confundida.
-Eres la mejor- la abracé y solté un sollozo en su cuello, cuanto extrañé a esta chica.
-¿Olvidamos todo esto?
-Solo estaba esperando que lo dijeras- reí en su cuello, esa era mi chica, la de los comentarios descabellados.
-¿Puedes creer que nuestras iniciales siguen grabadas en el árbol?
-No lo puedo creer- me paré como resorte y caminé por ese camino, que hace unos años era el único que sabía.
Unos pájaros en las copas cantaban una melodía hermosa. Sinsajos.
Efectivamente ahí estaban, la Z y la M, Zaratena y Martina.
-Nuestros apodos- llevé mi mano a la cabeza y negué, ella soltó una sonira carcajada. El viento aborotaba su cabello largo y crespo.
-¿No volveremos a pelear? Por favor, estas semanas fueron horribles.
-Ni lo recuerdes- dijo tomando mi mano, no piensen mal, es mi mejor amiga.
-Cuéntame el asusto con Joe- ella se sorprendió- Lu, sabes a lo que me refiero ¿Que tienen ustedes dos?
-¿No te molestarás?
-¿Como lo haría? ¡Vamos Luciana! Joe y yo fue lindo, pero tu sabes que nunca llegué a sentir más que una amistad hacia él.
-Creo que estamos saliendo.
-Entonces déjame decirte que tu novio es un idiota- me dió un puño suave en el brazo- Auch- me quejé- Un lindo idiota, solo que ni se le ocurra lastimarte.
-¿Qué crees?
-¿De qué hablas?
-De Joe y yo.
-Los apoyo completamente, y se ven una linda pareja ustedes dos.
-Me has quitado 5 kilos de encima- suspiró aliviada.
-¿Vamos a casa?
-Claro, Martina.
-No más, no es gracioso- tragó todas sus ganas de reír y caminamos hasta el auto, hablando cosas sin sentido.

Al entrar a casa Nick aún estaba en la sala, veníamos cojidas en gancho. Abrió sus pequeños ojos y nos abrazó a la vez.
-Nick lava tu camisa- comentó Luciana.
-Ella- la señaló- es un demonio- Obviamente Nick no holía mal, solo era Lucy molestando, como raro (ironía).
-¿Quieren un jugo?- dije entrando en la cocina.
-Claro- respondieron en coro y se quedaron hablando en la sala de estar. Dejé de escuchar sus voces, salí ya con los jugos en una bandeja y me encuentro a dos adolescentes, parados al frente mío, una con una gran sonrisa y el otro con el ceño fruncido y una carta en la mano.
La primera que lanzó a mis brazos, el segundo se quedó parado mirando descepcionado, retiré la bandeja y la puse en un mezón sin devolver el abrazo, estaba confundida y no entendía nada de lo que pasaba aquí.
-¡Te felicito Isa!- gritó efusiva Luciana. Por encima de su hombro lograba ver a Nick que seguía con esa estúpida expresión que no entendía. Cuando mi mejor amiga me soltó pude ver bien que era lo que Nick llevaba en sus manos. Un sobre blanco, en el centro un escudo vinotinto con libros blancos, mi.er.da, era la carta de Harvard.
-¿Cuándo pensabas decirme? ¿Me ibas lo ibas esconder y luego salir corriendo a 126 kilómetros de aquí? ¿Eso querías Isabella?
-Había pensado decirles, recibí la carta hace tres semanas, todo ha pasado muy rápido, no puedes tirarme toda la culpa a mi Nicholas.
-Debiste haberme dicho cuando la recibiste.
-Ni siquiera le había dicho a Luciana Nick, no te hagas la víctima.
-Tu tampoco eres la víctima.
-Yo mejor me voy de aquí- dijo Luciana pero ninguno le prestó atención.
-No he dicho que soy la víctima, ni siquiera he dicho que si Nick, ni siquiera he terminado en la academia de Ballet, no sé que hacer.
-¡Yo te puedo ayudar! Pero prefieres quedartelo para ti, callarte y seguir como si nada sucediera, se supone que una relación de basa en confianza y amor, y creo que te falta un poco de los dos- Luciana paró en las escaleras al oir decir eso a Nick, Isabella se quedó quieta peliando su cabeza con su lengua, quería contestarle a Nick pero su lengua no quería salir.
-¿Cómo te atreves a decir eso Jerry? Sabiendo todo lo que he arriesgado, he movido cielo y tierra para que estuviéramos juntos, déjate de babosadas y de una vez por todas abre tus ojos y date cuenta de lo que siento por ti, me hablas de confiaza, ¡me hablas de confianza!- repetí con voz más alta.
-¡Sólo míranos! siempre nos sale todo mal, quizás nos amamos mucho pero aveces veo que esto no nos está funcionando muy bien, siempre sufrimos los dos, nos separamos, quizás son señales del destino.
-¿Eso crees tu? ¿Eso crees tu?- dije subiendo el tono- ¿Sabes que creo yo?
¡Que eres un cobarde de ****! ¿Todo lo que hemos luchado lo vas a tirar por el barranco? Eres un estúpido Nicholas, un estúpido cobarde y sin los huevos suficientes para luchar por amor, por que al parecer eso el lo que a ti- señalé su pecho con mi dedo- te falta.
-Isa no quise decir- interrumpí.
-Lárgate de mi casa- dije articulando lentamente cada palabra.
-Lo siento, yo no-
-¡QUÉ TE LARGUES!- grité tan fuerte que el se sobresaltó y salió por la puerta rápido. Ya afuera me mando un mensaje.
'Déjame pasar, hablemos amor, no soporto estar así con tigo, te amo'.
Tiré mi teléfono al suelo y subí las escaleras como alma que lleva el demonio. Me arrodillé y saqué una maleta de viaje de mi cama.
-Isabella, escapar no es la salida- dijo Lu desde el marco de la puerta.
-No escaparé, necesito irme unos día de aquí, estoy cansada de lo mismo. Solo será este fin de semana, llamaré a mis papás.
-¿Adónde crees que vas?
-No tengo ni la mínima idea- metí la primera ropa que encontré.
-Prométeme que no harás ninguna tontería- tenía las dos palmas en mis hombros.
-De acuerdo- la abracé. Subí todo al carro, iba a arrrancar cuando ví a Nick saliendo de la puerta de su casa, prendí el carro y logré irme antes de que el llegara, lo vi por el retrovisor parado en mi parking.
-Se fue- dijo Luciana desde la ventana de mi cuarto. Nick comenzó a correr hacia mi dirección pero ya era imposible que me alcanzara.

Amores: Espero les halla gustado el capítulo, comenten si pueden para saber que lo leyeron, nunca veo comentarios y me siento como abandonada. Ah re dramática. Gracias por leer.
¡Por cierto! Me iré de viaje así que no les podré subir la semana que viene pero cuando llegue las recompensaré. Las amo.

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